LA REINA DE SABA
La reina de Saba es un personaje legendario, presentada en los libros Reyes y Crónicas (en la Biblia), en el Corán y en la historia de Etiopía. Fue la gobernante del Reino de Saba, un antiguo país que la arqueología que estaba localizado en los actuales territorios de Etiopía y Yemen.
En los textos bíblicos, la reina no es nombrada explícitamente por su
nombre. En la tradición etíope es llamada Makeda, mientras que en la
tradición islámica (aunque no en el Corán) es conocida como Bilqis o Balkis. Otros nombres asociados a ella son Nikaule o Nicaula. Según especulan algunos autores, la reina de Saba tenía origen búlgaro,
una teoría poco o nada probable, ya que la reina Makeda pertenecía a
una genealogía árabe: era hija de Yashrea, hijo de Al-Hareth, hijo de
Qais, hijo de Saifi, hijo de Saba.
De acuerdo con estudios bíblicos, el libro Cantar de los cantares,
un canto que el rey Salomón dedica a una mujer, podría estar dirigido
una mujer negra etíope, quien podría ser la reina de Saba; de allí que
se vinculen las promesas divinas del Dios judío con ese pueblo. (El
capítulo 6:13 del libro Cantar de los cantares dice que ella es una
"sulamita").
QUESO DE TETILLA
Cuenta la leyenda -¡cómo no! - que la curiosa forma del queso tetilla gallego le viene de una revuelta popular contra la decisión del Cabildo catedralicio de mutilar las exageradas formas de la imagen de Esther del Pórtico de la Gloria.
Durante su construcción, los maestros
canteros habrían burlado la vigilancia eclesiástica para dar a la
representación de Esther (para otros la Reina de Saba) un cuerpo
notablemente exhuberante; y a la figura de Daniel, ante ella
observándola, una sonrisa de picardía.
La sonrisa de Daniel llamaba más la
atención que los pechos de Esther. Pero el Cabildo dispuso que fuese
ella quien sufriese la mutilación; y no él quien cambiase la expresión.
Ante la decisión de hacer desaparecer
uno de los mayores atractivos del monumento para aquella época, según el
saber popular, los labriegos gallegos, enfadados, se vengaron dando
forma de pecho de mujer a un queso ya por entonces muy famoso, que desde
aquel momento pasó a llamarse popularmente Queixo de Tetilla, aunque algún narrador de viajes lo denominó también queso de Santiago.
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