viernes, 19 de octubre de 2012
Origen del cristianismo
El cristianismo surgió del judaísmo, por ello es que se hace necesario escudriñar en el mundo político-religioso judío con el fin de encontrar los comienzos del cristianismo. En tiempos helénicos, el pueblo judío había disfrutado de considerable independencia, bajo los gobernantes seleúcidas. El contacto de los romanos con los judíos comenzó en el año 63 a. de C. y, alrededor del año 6 de nuestra era, Judea se convirtió en una provincia puesta bajo el mando de un procurador romano. Sin embargo, continuó la intranquilidad, aumentada por las divisiones entre los mismos judíos. Los saduceos pugnaban por una fidelidad rígida a la ley hebrea, rechazaban toda posibilidad de inmortalidad personal y estaban a favor de la cooperación con los romanos. Los fariseos seguían rigurosamente el rito judío y, aunque deseaban liberar a Judea del control romano, no apoyaban los medios violentos para alcanzar esta meta. Los esenios eran una secta judía que vivía en comunidad religiosa cerca del mar Muerto. Tal y como se revela en los pergaminos del mar Muerto —una colección de documentos descubiertos en 1947—los esenios, al igual que otros judíos, esperaban un Mesías que salvaría a Israel de la opresión, anunciaría el reino de Dios y establecería el verdadero paraíso en la Tierra. Un cuarto grupo, los zelotes, eran extremistas militantes que propugnaban el derrocamiento violento de la dominación romana. Una revuelta judía en el año 66 de nuestra era fue sofocada por los romanos tras cuatro años. El Templo de Jerusalén fue destruido y el poder romano se impuso una vez más de manera absoluta en Judea. Surgimiento del cristianismo: En medio de la confusión y de los conflictos de Judea, Jesús de Nazaret comenzó su predicación pública. Jesús creció en Galilea, importante centro de los militantes zelotes. El mensaje de Jesús, básicamente, era muy simple. Dio seguridades a sus camaradas judíos de que no intentaba minar su religión tradicional: “No piensen que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles cumplimiento”. El Crecimiento del cristianismo: La persecución esporádica de los cristianos por los romanos en los siglos primero y segundo no pudieron detener en absoluto el crecimiento del cristianismo. De hecho, sirvió para fortalecer el cristianismo como institución en los siglos tercero y cuarto, causa de que cambiara su débil estructura del primer siglo, y avanzara hacia una más centralizada organización de sus diversas comunidades eclesiales.
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