RESUMEN:
Una mañana de finales de noviembre del año del señor 1327 Fray Guillermo
de Baskerville (Sean Connery), monje franciscano y antiguo inquisidor, y
su inseparable discípulo el novicio Adso de Melk (Christian Slater),
que es quien relata la historia, acuden a una abadía benedictina situada
en el norte de la península italiana para intentar esclarecer la muerte
de un joven miniaturista. Durante su estancia en la abadía van
desapareciendo misteriosamente más monjes, a quienes encuentran muertos
al poco tiempo. El miedo cunde en la abadía, ya que las muertes parecen
estar relacionadas con las 7 trompetas del apocalipsis que anuncian el
fin del mundo. Lentamente, y gracias a la información aportada por
algunos monjes, Guillermo va esclareciendo los hechos. El móvil de los
crímenes parecen ser unos antiguos tratados acerca de la risa, que se
encuentran en la biblioteca del complejo, un complicado laberinto en una
de las torres del monasterio de la cual se dice que es la mayor del
mundo cristiano. Paralelamente a esto, la abadía es el punto de reunión
para una discusión sobre la pobreza de Cristo. El misterio queda
revelado: el libro en cuestión está dedicado a la licitud de la risa y
es la única copia que sobrevive de varios que escribió Aristoteles sobre
este tema. Uno de los monjes mas viejos, ciego y conocedor a fondo de
la biblioteca, era el responsable de asesinar a cada monje que tomó
contacto con el libro, que, de paso, tenía las hojas envenenadas.
LA ABADÍA:
Una abadía (del latín abbatia, la cual deriva del siríaco abba, "padre") es un monasterio o convento cristiano bajo las órdenes de un abad o una abadesa, que son el padre o la madre espiritual de la comunidad. Un priorato sólo difiere de la abadía en que el monje superior lleva el título de prior
en lugar de abad. Los prioratos eran originariamente ramificaciones de
las abadías, y los priores continuaban siendo subordinados a los abades;
sin embargo, la distinción actual entre abadías y prioratos se perdió
en el Renacimiento.
Abadía de Westminster, Londres (Inglaterra)
Las más antiguas comunidades monásticas
conocidas consistieron en "células" o cabañas congregadas alrededor de
un centro común, el cual era normalmente la casa de un ermitaño o anacoreta
famoso por su santidad o su ascetismo singular, pero sin intenciones de
organización ordenada. Tales comunidades no son una invención del
cristianismo. Ya se había producido un ejemplo, al menos en parte, por
los esenios en Judea y quizás por los therapeutae, una orden monástica establecida al pie del lago Mareotis, cerca de Alejandría en el Egipto Ptolemaico.
En las épocas más tempranas del monasticismo cristiano, los ascetas
acostumbraban a vivir aisladamente, independientemente unos de otros,
no lejos de alguna iglesia local, manteniéndose del trabajo de sus
propias manos y repartiendo el sobrante una vez habían satisfecho sus
frugales necesidades. El incremento del fervor religioso, ayudado por la
persecución, los alejó cada vez más de la civilización hacia las
soledades montañosas o desiertos solitarios. Los desiertos de Egipto se enjambraron con las "células" o chozas de estos anacoretas. Antonio el Grande, que se había retirado a la Tebaida egipcia durante la persecución por Maximiano (312), fue el más celebrado de ellos por sus austeridades, su santidad y su poder como exorcista.
Su fama congregó alrededor de él una hueste de seguidores imitando su
ascetismo en un intento de imitar su santidad. Cuanto más se retiraba a
terrenos salvajes, más numerosos eran sus discípulos. Rehusaron
separarse de él y construyeron sus células alrededor de su padre
espiritual
OFICIOS EN LA ABADÍA:
El papel que jugaron los monasterios con respecto a la conservación y la difusión de la cultura clásica es el de la copia de manuscritos que permitió salvar y guardar estos textos clásicos, esto se puede ver muy claramente en la escena del scriptorium.
Los monjes dentro del monasterio realizan todo tipo de tareas
para garantizar su autoabastecimiento (trabajos agrícolas, matanza,
farmacia, aprovisionamiento…) además de la tarea intelectual (en la
biblioteca) y espiritual (oración).